No tengo miedo al otoño, ni tampoco a la soledad.
Mis canas aparecieron cuando dejé la pubertad,
y comencé a ser solitaria cuando llegué a la mayoría de edad.
No tengo miedo a tu adiós, ni duele tu rechazo,
muchas veces fui yo quién sé quiso alejar!
dolió más ese beso que no me supiste dar.
Te confieso que mi corazón se cansó de amarte,
tanto que me sentía perdida, no era yo
la que se enamoró de ti.
Y lo predije; el amor, el cariño y la amistad van siempre de la mano,
y tú y yo siempre hemos caminado juntos pero distantes,
no te culpo por no haberme visto como la mujer de tu vida,
porque ahora que he despertado ya no te veo como el hombre de mis sueños.
No tengo miedo de que “ese tren “no vuelva a pasar por mi,
me daría más miedo quedarme esperando en el andén
mirando como la misma soledad me abandona.
No tengo miedo de no verte más, ni de perderte, pues en realidad nunca te tuve.
No tengo miedo despertar sola (literal) en la oscuridad me he sentido más acompañada por el eco de mi propio silencio.
Tenía miedo antes por no saber como llegar a tu corazón y llenar tus expectativas, consideraba importante estar o tener siempre algo que decir o que hacer para hacerte la vida más fácil y más feliz.
Hoy me he marchado, perdí el miedo a tantas cosas y a tanto que me siento valiente y decidida a continuar caminando, no voy sola, me acompaña mi sombra y mi soledad el eco de mi propio silencio y tú; pero solo en mis recuerdos.
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